· Christopher Gongora Bautista. · Reportaje · 4 min read
Entre el frío y la oscuridad
La lucha diaria de las barrenderas nocturnas de La Paz.

Mientras la mayoría de la ciudad descansa, un grupo de mujeres sale a las calles armadas con una escoba de paja en una mano y un recogedor de lata en la otra. Ellas, las barrenderas nocturnas, enfrentan el frío de la madrugada, la delincuencia y la indiferencia, todo para mantener limpia La Paz. David Alejandro Aruquipa Luna, supervisor de La Paz Limpia, nos habla de la dura realidad que viven estas trabajadoras.
Con un equipo de entre 700 y 800 barrenderas, La Paz Limpia se encarga de mantener en óptimas condiciones la zona central de la ciudad.
El número de trabajadoras varía según las necesidades, pero en el pasado hemos llegado a contratar hasta mil obreras para cubrir toda el área concesionada, explica Aruquipa, supervisor de la empresa.
Sin embargo, en la ciudad son dos las empresas responsables del servicio de limpieza: La Paz Limpia y Tersa. Mientras la primera se ocupa del área central, Tersa tiene a su cargo la recolección de residuos sólidos en las zonas de laderas.
¿Y te preguntas de qué edades son estas trabajadoras? La mayoría de las barrenderas nocturnas de La Paz tiene entre 25 y 40 años, un rango que, según el supervisor, responde a las exigencias físicas del trabajo.
Es una labor que requiere mucha energía, por eso la mayor parte de las trabajadoras se encuentra en esa franja de edad
subrayando el valor que tiene esta labor. No obstante, también hay mujeres mayores que han dedicado años a esta labor, así como jóvenes que ven en este trabajo una oportunidad para generar ingresos mientras continúan con sus estudios.

El servicio de limpieza de la ciudad se realiza de manera continua las 24 horas del día, dividido en tres turnos. El primero comienza a las 6:00 de la mañana y se extiende hasta la 1:00 de la tarde. El segundo turno va de las 2:00 de la tarde a las 8:30 de la noche. Finalmente, el turno nocturno inicia a las 10:15 de la noche y culmina a las 5:00 de la mañana.
Lo que la noche oculta
Katia (nombre ficticio), una madre soltera de 45 años, ha trabajado en el turno nocturno durante siete años. Ella describe su experiencia con un tono de resignación y valentía:
El turno nocturno es muy sacrificado porque no descansamos bien. Dormir de día no es lo mismo que de noche. Además, tenemos que lidiar con borrachos, delincuencia y conductores ebrios

Además, este turno no solo conlleva incomodidades físicas, sino que también expone a las barrenderas a situaciones peligrosas. A pesar de la dotación de accesorios de protección, las trabajadoras enfrentan serias carencias.
Nos entregan gorros de lana tres veces al año, pero necesitamos más. Los guantes nos los dan dos veces al mes, aunque también nos hacen falta más chalecos para el frío de la madrugada
explica Katia. A esto se suma el riesgo constante de agresiones, que van desde amenazas por personas ebrias hasta insultos y maltratos verbales que se han vuelto parte de su rutina.
Más allá de las dificultades materiales, muchas de estas mujeres son el principal sostén de sus hogares. Madres solteras que, contra todo pronóstico, han encontrado en esta labor una forma digna de salir adelante. Lis (nombre ficticio), otra de las barrenderas, pide empatía y respeto hacia su trabajo.
Les pido a las personas que sean conscientes con nosotros, que no nos maltraten, que vean cómo trabajamos y que no nos arrojen basura.
La vida de las barrenderas nocturnas de La Paz es un reflejo de las luchas diarias de muchas trabajadoras. A pesar de los desafíos y del frío penetrante, siguen adelante, con la esperanza de que su labor sea más reconocida y respetada. Mientras recorren las calles en la oscuridad, su trabajo es tan necesario como ignorado, pero sin ellas, la ciudad no despertaría igual cada mañana.